9/2/11

MARAVILLOSOS SENTIMIENTOS

QUIERO COMPARTIR CON USTEDES ESTAS LÍNEAS ESCRITAS POR MI AMIGO, LUIS AMAYA, CON QUIEN COMPARTÍ TANTOS TIEMPOS, ESPACIOS Y SUEÑOS, A RAÍZ DE LA MUERTE DE SU PADRE.
¡QUÉ MARAVILLA PODER EXPRESAR SU TRISTEZA DE ESTA FORMA:

Queridos Amigos. Comparto la tristeza de mi familia por Fabriciano, nuestro Padre, que nos dejó el 14 de enero. Abrazos.

"Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando,cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado,da dolor;cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor".
Todo ha de pasar lo saben nuestras yerbas secretas de sanadores. Lo presente en un punto es acabado. Nacemos y somos camino para otros mundos. Hacía 91 años que Fabriciano estaba partiendo de un mundo trabajado que él hizo bueno.
Siento que es la razón por la que conservó la fuerza de la juventud en la vejez.Más allá de las percepciones humanas llamó mi atención los modos en los que se fue su vida, entre sueños, que son deleites de acá, temporales.En los dulzores de este hombre, que protagonizó tradiciones y negociaciones de la cultura pampeana del campo argentino, no hay lugar para dar la vuelta.
Quizás por eso galopó en su partida a riendas sueltas.

Vivió con los saberes del siglo XX que hoy es ayer no olvidado. Lo saben los rocíos, mortales como él, de las llanuras cordobesas y puntanas.Su familia, una tribu rural-urbana, lo conocimos entre infinitos tesoros escondidos y privados, solo nuestros. Para afuera emanaba una claridad que cuando más encendida estaba, más abrigo les daba.

Había gente que lo amaba por virtuoso y en la región que supo ser de los ranqueles el mundo todo sabe qué gracia tenía para narrar cuentos y leyendas entre las verdades que prometía.No dejó grandes tesoros ni alcanzó muchas riquezas. Pero hizo grande a otros. A nosotros, hijos de sus habilidades que fueron convertidas en méritos de ancianía. En los últimos momentos, cuando la muerte llamó a su puerta, sus manos tenían una fuerza extraordinaria.

Siempre vivió ajeno a los halagos engañosos de las temporalidades. El sabía que es locura que el hombre quiera vivir cuando Dios quiere que muera. Vivió sesenta años cercado de su mujer amada, dio el alma a quien se la dio, y antes de perder la vida declarándose feliz ganó el cielo. Luis Amaya

LES DEJO ESTO, COMO TESTIMONIO DEL SENTIR PROFUNDO Y SABER EXPRESARLO.

LOS ABRAZO
TERE

1 comentario:

Anónimo dijo...

!QUÉ POETA LUIS AMAYA Y QUE HERMOSO PODER EXPRESAR ASÍ SUS SENTIMIENTOS, SIN DRAMATIZAR , AGRADECIENDO A LA VIDA EL LEGADO QUE LE DEJÓ SU PADRE.

GRACIAS POR ESTO TAMBIÉN DOC.
CARMEN
(A VECES ME CUELGO Y ME OLVIDO Y DE PRONTO ENCUENTRO TANTOS SENTIRES Y PENSAMIENTOS QUE ME ALEGRAN EL ALMA ), QUE NO TENGO JUSTIFICACIÓN PARA MI OLVIDO