19/4/08

QUE TRISTES ESTAMOS LOS ARGENTINOS



ENVIO LAS PALABRAS CON LAS QUE MEJOR ME HE IDENTIFICADO:
NI CON UN BANDO NI CON EL OTRO, PADECIENDO A AMBOS. Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías. Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero. Qué duro es ver cerolas relucientes y llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires. Que duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero. Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano. Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel. Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja. Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos. Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte. Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado. Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas. Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales. Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo. Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados. Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte. Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena. Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja. Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos. Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana. Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo. Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía nonacieron. Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan. Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.Dr. Raul A. Montenegro, Biologo Presidente de FUNAM Premio Nobel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia). Profesor Titular de Biologia Evolutiva, Universidad Nacional de Cordoba (Argentina) Responder a: montenegro@funam.org.ar FUNAM Fundación para la defensa del ambiente Environment Defense Foundation. Casilla de Correo 83 Correo Central, (5000) Córdoba, Argentina. Tel: +54-351-4690282 (Funam) Tel: +54-3543-422236 (home) Fax: +54-3543-422236 Email: funam@funam.org.ar Web: www.funam.org.ar FUNAM es una ONG fundada en 1982. Tiene status consultivo en ECOSOC y CSD (Naciones Unidas, Nueva York). FUNAM es Premio Global 500 de Naciones Unidas (1987). Miembro de RENACE.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué nos pasa alos argentinos?
El día 22 de abril fué el día de la tierra y nosotros lo celebramos, quemando pastizales , destruyendo ecosistemas
Las futuras generaciones a las que no veremos ni escuchamos, ¿Qué pensarán de nosotros?
¡Qué herencia les dejamos!
Esteban

Anónimo dijo...

Estimados co-faristas:
Después de un tiempo de ausencia involuntaria puedo intercalar apenas esto, pues sólo tengo un ratito.
Quisiera leer todo, pero elegí la conferencia en el simposio jungiano de nuestra Dra. Faro y este msj. Ruego me disculpen en los otros que no leí.
Voy al tema.
¡Qué duro es ver lo escueto de la oposición! de la verdadera oposición.
No habrá otra porque el enemigo logró instalar la argentinofobia, en esta parte del mundo.
No estamos mal los argentinos y bien los yankis.
Están convencidos muchos que aquí está mal porque se los convenció del mismo modo que a los yankis se los convenció que allí están bien.
El asunto de la cuestión global, que no mundial porque es distinta la expresión en la intención del enemigo, debo verlo con mucha más franqueza y verdadera humildad.
Luego, empezar a buscar cómo parar la locura.
Algún acercamiento hice a esa actitud, y ví que la locura se ha desatado adentro de las casas de todo el mundo.
Me parece que esto es pandemia.
Mis propuestas de solución no existen, pero se me ocurre cómo empezar y me gustaría que a más ciudadanos o sobrevivientes les pase algo así, o distinto, pero que les desate las cadenas del seso.

Una sugerencia haré. Consulten a Adrián Salbucchi (nunca recuerdo si es con S o Z) tiene publicaciones imbatibles y esclarecedoras desde dónde empezar bien.

Sobre el particular del desastre ecológico, no puedo agregarle nada a semejante erudito, el Dr. Montenegro.

Sobre la cuestión política que se pretende, aseguro que está mal enfocada. Es exagerado pensar en alguna voluntad popular y consecuentemente en algún representante elegido por esa voluntad.
La voluntad es aniquilada por el enemigo en todo el mundo, sabe muy bien cómo lograrlo.
Ergo: la cracia del demo... ¡minga!
¿Capishe?
Agradezco muchísimo al Dr. Montenegro y a nuestra Dra. Faro por ocuparse del tema desde el sitio más cercano a la realidad, según veo y creo certero.

El Derecho a la Vida no existe y si lo discutimos desde ese rótulo, perdemos de entrada.
Lo que existe es el Derecho a matar.
La Vida es anterior al Derecho.
La Vida permite todo lo que permite y el derecho es una mínima parte del Todo.
Si discuto la Vida, no tomo ese principio elemental del Derecho, erré de entrada, falseo la premisa. Y esto está sucediendo en todos los foros del mundo, promovido por las funestas Naciones Unidas, otrora bien inspiradas.
Lo digo por todos lados que puedo, me dan la razón con sinceridad y luego siguen en la misma ¡...!
Paro acá, pero hay millones de renglones más sobre esto y sólo ví algunos miles.
Hasta pronto y gracias nuevamente.
Ruben

Anónimo dijo...

La realidad descripta por el Dr. Montengro, pone en palabras lo que ven nuestros ojos y sienten nuestros corazones cuando pasan estas barbaries!! Gracias
Ruben coincido contigo en muchos aspectos de tu comentario, que me impresionó extrmedamente viseral
a ti gracias tbn
Fred